Por: Belén Bretón (@belenchews)
Cinco años de ensayos y pequeñas tocadas fue lo que le costó a Kasabian poder hacer su primer LP hace ya diez años. Unos muchachos de apenas 23 años se encontraban nerviosos e inseguros por el lanzamiento de su álbum debut Kasabian (Arista Records, 2004). Hoy, con cuatro discos de estudio bajo el brazo, llegan llenos de confianza y apoyo para presentar su quinta producción discográfica 48:13 (Sony Music, 2014), producido por el guitarrista y vocalista secundario Sergio Pizzorno.
Tres semanas antes del lanzamiento de 48:13, la banda se encargó de emocionar a sus fanáticos alrededor del mundo subiendo poco a poco imágenes con el nombre de cada canción del nuevo disco a través de su cuenta de Instagram. En estas imágenes también se puede ver la identidad visual que gira alrededor de las trece canciones que lo componen, en la que predomina un fondo color rosa chillón con fuente negra encima, al igual que en la portada. Esta campaña fue creada por el artista y diseñador Aitor Throup, de modo que logra causar impacto y cumple con uno de los ideales de 48:13 en el que “menos es más”, que también será utilizada en sus presentaciones en vivo.
El primer sencillo del disco es “eez-eh”, que causó revuelo debido al cambio radical de estilo por parte de la banda, pasando de las letras profundas y melodías inigualables de Velociraptor! (RCA, 2011) a una canción mucho más relajada y espontánea, cuyo único objetivo parece ser bailar a su compás como lo hacen en el video. Kasabian siempre se ha considerado como una banda cuyas referencias musicales principales son la música electrónica, el hip hop y el rock de finales de los sesenta. Para esta ocasión deciden hacer énfasis en estos estilos en diferentes canciones, dando un giro mucho más electrónico en la ya mencionada “eez-eh” y en “doomsday”.
El nombre del disco hace referencia a su duración, de 48 minutos con 13 segundos. Inicia con “(shiva)”, una canción ambiental introductoria para la verdadera apertura con su segundo sencillo “bumblebeee”, que es probablemente la canción con más fuerza de todo el disco y cuya magia se pierde si no es escuchada al máximo volumen posible. El propósito inicial de esta canción es generar un contacto más profundo con la audiencia en los conciertos, ya que según Pizzorno, lo más especial del espectáculo es cuando la multitud y ellos dan todo para hacer de ese momento algo único, lo cual se logra gracias a la ferocidad de la canción. En “bumblebeee” se incluye el uso del órgano inspirado en el sonido de William Onyeabor, un músico nigeriano de música electrónica lo-fi.
Poniéndose como propósito el sintetizar cada melodía en una sola palabra, las canciones más ligeras y casi imperceptibles que funcionan como amortiguadores en el disco son señaladas entre paréntesis, tal es el caso de “(shiva)”, “(mortis)” y “(levitation)”, que muestran una parte más experimental del cuarteto de Leicester en la composición de su “nuevo bebé”.
Casi a la mitad del disco se encuentra “treat”, su canción más larga hasta la fecha con casi siete minutos de duración, en donde la combinación de sonidos es tan alucinante que juega en más de una ocasión con la estabilidad de quien la escuche. Esta canción es digna de ser recordada por la parte de acid house que contiene, según Noel Gallagher.
En “glass” cuentan con la participación del artista Suli Breaks, quien escribió un poema para la parte final de la pieza acerca de cómo se ha alterado la mente humana por culpa de la política, el consumismo y la saturación de tecnología. La canción remite mucho a ciertas melodías suyas de hace algunos años como “Neon Noon”, en donde crean un sonido espectral y fantasmagórico con unas vocales suaves de fondo y, en este caso, una muestra muy clara de hip hop.
Para cerrar el disco llega “S.P.S”, una canción que unifica los diez años de experiencias que Kasabian ha tenido. Pizzorno confiesa haberla escrito para su mano derecha, el vocalista Tom Meighan. En ella se ve el estrecho lazo que existe entre los miembros del grupo y demuestra que lo único que se necesita al final del espectáculo es un abrazo de hermandad.
“Didn’t we all have such a good time? Didn’t we all have the greatest night? The greatest night, the greatest life?” (“¿No tuvimos un buen momento? ¿No tuvimos la mejor noche? La mejor noche… ¿La mejor vida”)
Hace algunos meses la banda compartió el headliner con Arcade Fire y Jack White en la sexta edición del Festival Glastonbury, en donde tuvieron la oportunidad de presentar algunas de las canciones de 48:13 ante miles de personas. Además, cerraron con broche de oro el festival, que es con lo que soñaron desde sus primeros ensayos en los que iniciaban con un “¡Hola, Glastonbury! Dentro de poco tiempo los podremos ver en la quinta edición del Festival Corona Capital para impresionarnos con sus nuevos y viejos éxitos.
La importancia de 48:13 para Kasabian es enorme, es la consolidación y parte del festejo de sus diez años de carrera. Es un disco en el que dejaron las melodías fluir y cuya única preocupación era dar un momento de pasión y alegría a sus seguidores, no a la mirada sentenciosa de la industria musical. Ya no están tratando de llegar a la cima porque ya están ahí, sino que deciden generar un sonido directo y libre de pretensiones para lograr acercarse más a sus escuchas.
"With 48:13, I'm not trying to be clever, that’s the whole point! There’s a misperception but the people that get us, really get us. And a hell of a lot of people do.” (“Con 48:13 no estoy tratando de ser ingenioso, ¡ése es el punto! Hay una mala percepción, pero las personas que nos entienden realmente lo hacen. Y muchas personas lo hacen.”) - Sergio Pizzorno
48:13 (Sony Music, 2014)
Y por último…